La Federación Gallega de Caza da palos de ciego en su afán por matar lobos sin justificación alguna

Desde hace ya varios años, la Federación Gallega de Caza está creando conflictividad para promover la caza del lobo en la provincia de Lugo sin justificación alguna. Tratando de confundir a la opinión pública de dicha necesidad, vienen empleando diferentes artimañas como señalar al lobo como un serio problema para la ganadería y las especies silvestres, para que su gestión esté únicamente orientada a fines cinegéticos.

Sin embargo, en cuanto a la incidencia del lobo sobre la ganadería, los datos públicos que maneja la propia Xunta de Galicia destacan que la afección es irrisoria en comparación con otras causas de mortalidad. El ganado muerto por la depredación del lobo es menos del 0.1% del ganado extensivo en Galicia. Enfermedades (como la lengua azul) o el robo de ganado causan pérdidas claramente muy superiores al gremio ganadero. Por tanto, la polémica generada es simplemente ficticia.

Actualmente, el Plan de Gestión del lobo en Galicia aprobado según el Decreto 297/2008 establece que pese a ser una especie cinegética, sólo se autorizarán batidas o controles si se demuestran casos de depredación recurrentes al ganado, y en ningún caso es justificable matar lobos porque éstos cacen corzos, una de sus presas naturales. El número de corzos matados legalmente en la provincia es de 3316 (temporada 2008-09, datos de la Xunta de Galicia). El número de corzos matado ilegalmente no está cuantificado pero podría ser importante: en otras provincias se ha llegado a estimar en un 40% de las piezas cobradas legalmente.

Además, en Lugo, dónde al menos el 95% del territorio es acotado de caza, se matan legalmente más lobos que en las otras tres provincias gallegas juntas pero el número de ataques al ganado no ha dejado de aumentar, cuando en las otras provincias se ha estabilizado o incluso disminuido. El matar lobos ya sea para disminuir su población numérica como para su aprovechamiento cinegético conlleva la desestructuración de las manadas, reduciendo el porcentaje de adultos y aumentando el porcentaje de jóvenes por manada lo cual influye en la experiencia y aprendizaje y puede generar un aumento de los casos de predación al ganado e incluso de la mortalidad; lo cual, resulta contraproducente si lo que se pretende es reducir los casos de predación al ganado.

Por otra parte, la reciente aparición en la península ibérica del díptero Cephenemyia stimulator cuya larva parasita los corzos ocupando la faringe y fosas nasales del animal podría estar diezmando la especie en algunas partes del noroeste peninsular. La procedencia de tal parásito en nuestro ámbito geográfico podría estar precisamente en relación con la introducción (ilegal) de corzos procedentes de otros países europeos por cazadores para, supuestamente, mejorar los trofeos de caza. Dicho parásito afecta a las vías respiratorias del animal infectado. Como consecuencia se reduce significativamente la condición física (fitness) del individuo siendo más vulnerable ante cualquier factor adverso (comida, competencia, sequía, temperaturas extremas, predadores, otros parásitos, molestias, etc.).

La conservación de los grandes carnívoros es justificable por fundamentos éticos y morales pero además imprescindible por razones ecológicas ya que regulan y sanean las poblaciones de sus presas (como el corzo) y previene que parásitos y plagas impacten severamente y numéricamente a sus huéspedes, beneficiando además a los cazadores los cuales tienden a matar a los individuos más ostentosos y los mejores trofeos realizando una selección negativa en las especies cinegéticas.
Por otro lado, los grandes carnívoros no precisan de ser controlados y su número está condicionado por el alimento disponible y la rivalidad territorial. Decenas de publicaciones demostraron que las hostiles disputas territoriales, agresiones y muertes entre ejemplares e incluso la supresión reproductora ejercida por ciertos individuos de la manada son claros limitantes numéricos sin necesidad ni justificación para usar la escopeta.

Para contrarrestar las evidencias de una pésima gestión cinegética que nos ha conducido a algunos de los desequilibrios ambientales de la situación actual, la Federación Gallega de Caza a través de su presidente busca por cualquier modo culpar al lobo y tratar de justificar su caza cuando es obvio que la presencia del predador frenaría la propagación del parásito al eliminar los ejemplares afectados. Lo más sensato es dejar de engañar a la opinión pública, reconocer la pésima gestión cinegética y cambiar el rumbo de la misma reduciendo los cupos de caza en las zonas más afectadas. En vez de ello, los cazadores apuestan por desviar la atención y criminalizar a los lobos por ejercer su papel ecológico como elemento natural de regulación y controlador sanitario.

Por todo ello, le pedimos al señor Francisco López, presidente de la Federación Gallega de Caza que deje de crear una cortina de humo sobre el lobo como chivo expiatorio de sus nefastas actuaciones y trate de mejorar su gestión por otras vías y modos más honestos y sensatos.

3 comentarios

  1. Si los lobos se encuentran ganado suelto en el campo no me extraña que luego maten alguna oveja en fincas que les quedan cerca de sus territorios.

  2. Eso de que los cazadores son de los que mas les importa la conservación a ver si es verdad, y no lo de que cualquiera puede pegar tiros a los animales.

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