Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico

El Parque Nacional de Picos de Europa mata otra loba

La Dirección del Parque Nacional de Picos de Europa ha informado¹ de la muerte de un lobo dentro del parque, el pasado 21 de Marzo, en operaciones de control de población. En concreto se trataba de una hembra, matada en la zona de los Lagos de Covadonga (ayuntamiento de Cangas de Onís).

De la necropsia se desprende que la loba presentaba buena condición corporal, y que sus ovarios presentan cuerpos lúteos. Es decir, podría encontrarse en los primeros días de gestación en el momento de ser abatida.

Que sepamos, no existe resolución administrativa aprobada por el Parque Nacional dando cobertura legal a dicho “control de población”;  resolución que en todo caso debería incluir además la s justificación de la medida.

[1] Informe de Gestión de la Dirección del PNPE (periodo 22  diciembre 2015 – 15 abril 2016); hecho público el pasado 8 de abril, y que se presentará próximamente ante el Patronato del Parque.

Los odiosos 250

Por Alberto Fernández Gil
Abril de 2016

La ministra Tejerina, digna sucesora de Arias Cañete en el ministerio de la cosa ambiental, nos obsequiaba estos días con una re-edición de la rancia reclamación de que los lobos puedan ser objeto de caza al sur del Duero (noticia en el diario.es). La novedad es que esta vez parece que va a dirigirse a Europa acompañada de argumentos, supuestamente contenidos en un informe elaborado por su ministerio (MAGRAMA 2016). A saber, los lobos han aumentado en España de 250 grupos a 297 en los últimos años, y a su juicio esto justificaría que los cazadores puedan destriparlos alegremente también al Sur del Duero (además de al Norte, como ya ocurre).

Es decir, según los argumentos de la titular del ministerio, tenemos dos cifras que parecen justificar su cansina reclamación. Si dichas cifras son resultados u otra cosa, es lo que pretende desentrañar esta entrada.

En España se han llevado a cabo hasta el momento dos “censos nacionales” de lobos; uno en 1986-1988, promovido, coordinado y financiado por el ministerio, y otro en 2012-2014, también promovido y coordinado por el ministerio. Es decir, entre la conclusión de ambos censos nacionales han pasado 26 años. Utilizo el entrecomillado en “censos nacionales” porque, sin entrar a valorar lo que significa censo en el caso de los lobos (y de los vertebrados en general), sí son los únicos que se denominaron formalmente “censos nacionales”, y se llevaron a cabo en todo el ámbito nacional en un espacio breve de tiempo (dos años en cada caso). Se empleó una metodología común para todas las comunidades autónomas en el censo de los años 80, y de igual manera en el caso del más reciente, aunque los métodos de aquél y de este último difieren; quizás tanto como para que los resultados no sean comparables entre ambos, aunque esa es otra historia.

Los resultados, e incluso los datos del censo de 1986-1988, fueron difundidos por el ministerio como informes inmediatamente después del trabajo, así como en una publicación editada por el propio ministerio (Blanco et al. 1990). Incluso dieron pie a una publicación científica (Blanco et al. 1992). Los resultados del censo nacional de 1986-1988 arrojaron un total de 294 grupos en 100.000 km² en toda España.

El censo de 2012-2014 ha sido dado a conocer recientemente por el ministerio en un breve informe (MAGRAMA 2016), que cuenta a su vez con enlaces a informes de 2 de las 9 regiones que aportan resultados. No hay pistas sobre los informes ausentes de las siete restantes, aunque el ministerio aconseja visitar sus páginas web para otra información de interés sobre la especie (sic). Este informe arroja unos resultados de 297 manadas en España, y una nota de prensa del Grupo de Trabajo del Lobo, con la participación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y de las CCAA con presencia de la especie (aunque no en el informe) habla de una distribución de 91.620 km², un 18,3 % de la superficie de España.

Es decir, ambos censos nacionales dan unos resultados casi idénticos en el número de grupos (o “manadas” como se denominan ahora) y una superficie del área de distribución similar (algo menor la actual) aunque ha habido algunos cambios en la distribución: desaparición de la especie como reproductora de Extremadura y Andalucía, re-aparición en Madrid y Castilla-La Mancha, y algunos cambios de contracción y expansión en Castilla y León. Sin embargo, el informe reciente del ministerio tiene una perla refulgente, que es la que me interesa. Dice textualmente: “En 2007, en el Atlas y Libro Rojo de los Mamíferos Terrestres de España (aunque empleó distinta metodología), el inventario fue de 250 manadas”.

Pero ¿no decía antes que sólo ha habido dos censos nacionales, y que el único anterior, de 1986-1988 hablaba de 294 grupos? ¿Estoy equivocado? ¿Cuál es ese “inventario” del que habla el informe del ministerio?

La entrada de la RAE sobre inventario recoge dos definiciones:

1. m. Asiento de los bienes y demás cosas pertenecientes a una persona o comunidad, hecho con orden y precisión; 2. m. Papel o documento en que consta el inventario. Por su parte, el Diccionario de Espasa-Calpe de 2005 recoge como sinónimos de inventario: registro, balance, descripción, lista, relación, taxonomía, serie; y como sinónimos de inventariar: catalogar, registrar, relacionar, enumerar

En la fuente que cita el ministerio para referirse al “inventario”, la ficha de Canis lupus en el Atlas y Libro Rojo de los Mamíferos Terrestres de España (Blanco et al. 2007), decía textualmente que “en la actualidad, se estima que hay unas 250 manadas [en España]”, y en el apartado de tendencia se refiere al censo nacional de finales de los años 80 (Blanco et al. 1990) y sólo a dos censos regionales, recientes en aquel momento, uno en Castilla y León en 2001 y otro en Asturias en 2004, aparte de algunas citas a trabajos en Sierra Morena, Guadalajara y Soria que difícilmente pueden considerarse censos, o inventarios. No hay ninguna referencia a supuestos censos o inventarios de Galicia, Cantabria, La Rioja, País Vasco, ni de otras comunidades autónomas. Por cierto, en cuanto al área de distribución, la ficha decía que “en España ocupa un área continua en el cuadrante noroccidental de unos 120.000 km²”.

Es decir, reconociendo el valor de lo contenido en el Atlas y Libro Rojo de 2007, las 250 manadas estimadas no se referían a censo o inventario alguno, y mucho menos nacional (ni creo que los autores de la ficha del lobo lo pretendieran), sino a una “estima de unas 250 manadas”, con el valor y las cautelas que eso supone.

Es definitiva, el supuesto “resultado” de 250 que aporta el ministerio en su informe de 2016 no proviene de inventario alguno, y mucho menos entendido como sinónimo de censo.

No me parece extraño que Tejerina no conozca los resultados del censo de 1986-1988 (aunque debería), pero sí me parece muy extraño que el informe del ministerio no mencione los resultados del censo que promovió en los años 80, y sí mencione sin embargo ese “resultado” de los 250 provenientes de un supuesto inventario.

¿Por qué han usado un resultado fantasma, en el sentido de que no existen datos de un censo –o inventario- que los apoye? ¿Por qué no han usado los resultados de los dos únicos censos nacionales que existen? ¿Por qué han usado esos odiosos 250 para dar a entender una tendencia, aunque sea de forma implícita? (según la noticia enlazada arriba, la ministra así lo ha entendido: “Tejerina sí ha podido echar mano ahora del último recuento de lobos publicado por su departamento para afirmar que “ha aumentado en población y superficie ocupada”).

Estoy convencido de que no es un caso de manipulación, ni tampoco de corrupción, entendida como un mal uso del poder para conseguir una ventaja ilegítima. Aunque reconozco que lo parece.

Quizá es simplemente la legendaria afición hispana a los festejos que cuentan con animales destripados, o quizá el incontenible deseo de convertir el subjuntivo en indicativo (lo que venimos conociendo como propaganda, siendo benévolos, aunque suena más a manipulación), aunque sea a costa de no-datos o de odiosos resultados. Y parece que todo vale para justificar matar lobos, ese incontinente ímpetu del que hacen gala los últimos responsables del ministerio de la cosa ambiental, y no pocos consejeros y consejeras regionales, con Castilla y León, Asturias, Cantabria y País Vasco a la cabeza. Si la incontinencia es pasajera o va a durar, lo veremos. A mí me parece que dura ya demasiado, que empieza a ser insoportable.

Referencias
– Blanco JC, Cuesta L & Reig S (eds.) (1990). El lobo (Canis lupus) en España. Situación, problemática y apuntes sobre su ecología. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación­-ICONA, Madrid, 118 pp.
– Blanco JC, Cuesta L. & Reig S. (1992). Distribution, status and conservation problems of the wolf Canis lupus in Spain. Biological Conservation, 60: 73-80.
– Blanco JC, Sáenz de Buruaga M & Llaneza L. (2007). Canis lupus Linnaeus 1758. Ficha Libro Rojo. Pp: 275-276. In: LJ Palomo, J Gisbert y JC Blanco (eds). Atlas y Libro Rojo de los Mamíferos Terrestres de España. Dirección General para la Biodiversidad, Ministerio de Medio Ambiente-SECEM-SECEMU, Madrid. [http://www.magrama.gob.es/es/biodiversidad/temas/inventarios-nacionales/ieet_mami_canis_lupus_tcm7-22022.pdf]
– Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) (2016). Censo 2012-2014 de Lobo Ibérico (Canis lupus, Linnaeus, 1758) en España. Secretaría de Estado de Medio Ambiente. [http://www.magrama.gob.es/es/biodiversidad/temas/inventarios-nacionales/censo_lobo_espana_2012_14_tcm7-414048.pdf]

Sobre los cambios de estatus en Cantabria

No hace mucho escribíamos aquí sobre la autorizaciones de caza de lobos en batidas, en Cantabria. Más recientemente, salía en prensa una noticia titulada – con variantes – El fin de la caza de lobos en Cantabria.

El titular es llamativo y la noticia pareció ser celebrada desde sectores conservacionistas, al menos a juzgar por lo visto en algunas redes sociales. No obstante, conviene recordar que los cambios de políticas, especialmente si implican cambios normativos, no los debemos conocer o valorar por la prensa, sino por lo escrito en los textos oficiales correspondientes. Esperaremos por tanto a valorar un plan sometido a información pública.

En cualquier caso, aquí celebraríamos seguramente el cese de la actividad cinegética. Eso no quiere decir que en Cantabria no se vayan a matar lobos en controles de población. La versión de la noticia enlazada arriba incide en los pagos de indemnizaciones a cargo de fondos públicos. Desde aquí seguiremos insistiendo en que los esfuerzos deben ir dedicados sobre todo a la prevención.

Digestión cántabra

A la hora de evaluar la actitud conservacionista de cada administración podemos escuchar las declaraciones públicas de sus responsables; podemos también prestar atención a los consensos establecidos en unos y otros parlamentos, unas u otras “mesas”, esta o aquella reunión de “actores implicados”. En todos esos casos seguramente la prensa nos sirva de boletín.

Por otro lado, podemos utilizar números, a fin de crearnos una imagen menos subjetiva, menos mediada por el filtro de las relaciones públicas. Es menos probable encontrar esa información en la prensa.

A continuación adjuntamos una imagen, de esas que incluyen números, recibida recientemente de los compañeros cántabros:

respuesta_cantabria_alberto_dominguez

Actitud del Gobierno de Cantabria, según la respuesta anterior a solicitud de información: dicho gobierno ha autorizado matar lobos en Cantabria 78 veces desde julio de 2015. Y lo ha autorizado sin cobertura alguna de Plan de Gestión de la especie, sin censo fiable, sin estudios técnicos fiables sobre las motivaciones y las alternativas a semejante “gestión”.

En invierno no paran los tiros

La “eficiente” erradicación de los lobos en las tierras del norte europeo se apoya en la nieve: rastros más fáciles de seguir, menos refugio. No obstante, no hace falta mirar al norte de Europa para contemplar el proceso; la administración astur se afana también en invierno.

Y parece que los privados imitan; estos días tenemos conocimiento de una denuncia presentada por agentes del medio natural de Asturias contra un guarda de coto de caza:

Informa AGUMNPA que el denunciado seguía rastros de lobo en la nieve.

Nos preguntamos – y se lo estamos preguntando – si esa actividad privada esta apoyada por la administración asturiana, y su plan de gestión salpicado de ambigüedades. No nos parece casualidad que la denuncia tenga lugar en una de las zonas con mayor actividad de “blanqueo” de lobos abatidos ilegalmente.

Rigor mortis

No es una novedad; el Gobierno de Asturias aspira a ser un referente planetario de respeto por los ciudadanos y la naturaleza. Aspira a gestionar el “paraíso natural”. No obstante, parece que le está costando. Puede ser que la afición de la Consejera de Desarrollo Rural y Recursos Naturales – María Jesús Álvarez – por disparar a todo lo que se mueve forme parte de las dificultades.

Veamos:

El pasado 9 de Diciembre, el Gobierno de Asturias, por medio de su Director General de Recursos Naturales y de su Jefe de Servicio de Caza y Pesca, presento al Comité Consultivo del Plan de Gestión del Lobo su programa: matar al menos 45 lobos en territorio asturiano a lo largo de 2016. Mejor dicho, “controlar” 45 lobos. Desconocemos si esos 45 son los más descontrolados, u otros. Los controles, dicen, se efectuarían al amparo del plan de gestión aprobado en 2015; el mismo que ampara que cazadores maten lobos sin pasar por la farragosa complicación legislativa de reconvertir a la especie en cinegética.

En esa reunión del 9 de diciembre, el representante de las asociaciones conservacionistas en el comité consultivo solicitó que la resolución del programa de “controles” le fuera notificada. Ya sabemos el respeto que el Gobierno de Asturias tiene por los ciudadanos, y por los procesos participativos; y sabemos que la administración está obligada a notificar las resoluciones. La solicitud parecía por tanto innecesaria, pero es que somos unos pesados.

Días después, el 21 de Diciembre, la Consejera de Desarrollo Rural y Recursos Naturales firmó la resolución que daba vía libre a los controles de población. Dicha resolución no fue notificada al representante de los grupos conservacionistas en el comité consultivo; se enteró por terceros 40 días más tarde. El 2 de Febrero, solicitó al Director General, por escrito y con registro de entrada en la Administración asturiana, que le fuera notificada la resolución. Pasado un mes de esa solicitud y dos meses y medio más tarde de la firma de la resolución, la administración asturiana sigue sin contestar.

Informa estos días la prensa de que la Consejera – sí, es siempre la misma – intervenía en sede parlamentaria para dar cuenta de la marcha del plan de control de población, eufemismo de “matar lobos indiscriminadamente y sin dar justificación alguna”: hasta el momento 6 ejemplares abatidos en lo que va de año, al menos dos de ellos en espacios protegidos (Parque Natural de las Ubiñas) y Red Natura 2000. Leemos en prensa que la Consejera María Jesús Álvarez destaca su “seriedad” y “rigor”.

Asturias, rigor mortis.