Artículo: Impactos derivados de la pérdida de un ejemplar reproductor

La muerte de hembras reproductoras amenazan la supervivencia de la manada pero no la de la población. Cuando un lobo reproductor muere, su sexo y el tamaño de la manada a la que pertenece puede determinar si esa manada saldrá adelante o no. Estas son las conclusiones de un reciente estudio publicado en la revista Journal of Animal Ecology.

En 2012, los biólogos del Parque nacional de Denali (Alaska) observaron una disminución en los avistamientos de lobo tras la muerte de una hembra reproductora. La investigación de Bridget Borg, bióloga de la Universidad de Alaska para el Servicio de Parques Nacionales giró en torno a los cambios en la manada, la reproducción y el crecimiento de la población a raíz de la muerte de ejemplares reproductores, los cuales constituyen el núcleo de la manada y tienen una importante función de cohesión social.

Bridget Borg y otros investigadores examinaron los datos recogidos de 70 manadas del Denali National Park. La muerte de un individuo reproductor coincidió con el 77% de los casos en los que ya no se encontraron manadas, pero su muerte no siempre conduce al final de éstas. En uno de cada tres casos en los que murió un lobo reproductor, la manada continuó.

El sexo del individuo reproductor y el tamaño de la manada antes de su pérdida son factores importantes. La probabilidad de que la manada continúe adelante es menor si la que muere es la hembra reproductora o si el tamaño de la manada era ya reducido antes de su muerte.

Las conclusiones que aportan los datos de la investigación también señalan que la muerte de un lobo reproductor tiene una mayor influencia en una manada si el lobo muere durante la temporada de celo o cría. Pero, sorprendentemente, las tasas más altas de mortalidad no corresponden a un menor crecimiento de la población. Ello sugiere que los lobos pueden compensar la pérdida de individuos reproductores de diversas formas, sustituyéndoles rápidamente por otros que ejerzan la misma función o con un mayor éxito reproductivo al año siguiente.

Por tanto, aunque la pérdida de reproductores puede ser importante a nivel local, parece tener poco efecto a nivel poblacional.

Para más información y acceso al artículo AQUÍ.

La fuente original AQUÍ ha sido traducida por Carmen Toribio (Mamen).

Referencia: Borg, B. L., Brainerd, S. M., Meier, T. J., Prugh, L. R. (2014), Impacts of breeder loss on social structure, reproduction and population growth in a social canid. Journal of Animal Ecology. doi: 10.1111/1365-2656.12256

Un comentario

  1. No termino de entender la redacción de la reseña original, ni por tanto la de esta reseña traducida.

    Leyendo el resumen del artículo original (estando disponible, es la fuente más segura), veo que contiene una información esencial, aunque no especialmente novedosa*: la pérdida del reproductor condujo a la disolución del grupo familiar en el 77% de las ocasiones (3 de cada 4). Esos números, contenidos en el punto 3 del resumen del artículo, no son compatibles con la frase “En uno de cada tres casos en los que murió un lobo reproductor, la manada continuó”.

    En cualquier caso, afirmaciones como “aunque la pérdida de reproductores puede ser importante a nivel local, parece tener poco efecto a nivel poblacional” sólo serían válidas si fueran acompañadas de números que las modifiquen. ¿Cómo no va a tener efecto en una población la pérdida de reproductores? Aún suponiendo que por efecto sobre la población entendamos sólo número de individuos (lo que no tiene sentido en animales sociales), ¿qué nivel de extracción de reproductores permitiría tal afirmación? ¿Cualquiera?

    *Los resultados confirman aspectos conocidos de la ecología de los lobos, aunque seguramente aportando muchos más datos. Ver por ejemplo:

    – Haber GC. 1996. Biological; Conservation, and Ethical Implications of Exploiting and Controlling Wolves. Conservation Biology 10: 1068–81.
    – Haber GC and Holleman M. 2013. Among wolves: Gordon Haber’s insights into Alaska’s most misunderstood animal. University of Alaska Press.
    – Peterson RO, Woolington JD, and Bailey TN. 1984. Wolves of the Kenai peninsula, Alaska. Wildlife Monographs: 3–52.

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