Sobre la proliferación del turismo de observación de fauna salvaje

– Algunas actividades de observación se llevan a cabo durante el periodo reproductor, y en localidades de cría; en el caso del lobo, el turismo de observación convive con la explotación cinegética y el control letal. Esos casos nos parecen especialmente preocupantes porque pueden incrementar el riesgo directo de mortalidad, así como el indirecto por alteración del comportamiento (más tiempo dedicado a la vigilancia que implica menos tiempo dedicado a la alimentación, cambio de lugares de refugio y reunión, etc.).

– Existen marcos normativos que determinan la obligación de evaluar el impacto que este tipo de actividades puedan tener sobre las especies implicadas. La Ley estatal 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad refleja la prohibición de molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres. Otras leyes de ámbito nacional y regional señalan la necesidad de regular determinadas actividades turísticas sobre especies silvestres (generalmente aquellas amenazadas, y en el interior de espacios protegidos). Las administraciones competentes deben hacer cumplir la legislación vigente, incluidos los aspectos referentes a la evaluación del impacto de las actividades recreativas.

– En el caso de que los marcos normativos resulten laxos, necesitando entonces de adecuación a nuevas situaciones, es necesario anteponer la seguridad de los individuos de las especies observadas, así como de aquellas vecinas.

– Los argumentos favorables a las actividades de observación de fauna basados en experiencias personales no contrastadas, o en el auto-convencimiento de no ejercer molestias, carecen de la objetividad necesaria en biología de la conservación y gestión de fauna.

– Algunos argumentos favorables a las actividades de observación de fauna se apoyan en potenciales beneficios para las economías rurales, que revertirían en la propia conservación de las especies observadas. Entendemos que los potenciales beneficios de conservación deben ser acreditados objetivamente para poder ser incorporados a la gestión, diferenciándose así de la propaganda comercial. En cuanto a los aspectos socio-económicos, nuestro objetivo como asociación es la conservación del medio natural; existen otros ámbitos de estudio y promoción de iniciativas socio-económicas. En cualquier caso, esos presuntos beneficios socio-económicos deben ser igualmente acreditados por profesionales competentes.

3 comentarios

  1. Hola:
    Personalmente,prefiero a un millon de personas pacificas paseando por el monte que a un solo “cazador”.Las batidas por el monte,con las jaurias de perros son los que mas molestias causan, no solo a los canidos silvestres sino a todas las demas especies.Casi todos los que andamos por el monte sabemos que la mayoria de las personas jamas entraran en los lugares donde estan los lobos encamados,o por lo menos casi todos los lobos,no voy a decir el porque por no dar pistas,aunque una de ellas seria por el peligro que se corrre en coger alguna enfermedad, por las garrapatas mas que otra cosa,aunque podria daros otras razones.Asi mismo prefiero perros protegiendo al ganado a que se maten lobos.
    Esta es mi opinion personal.

  2. Obviamente lo ideal para cualquier especie natural sería la no intervención sobre ella o sobre su hábitat. Este ideal, actualmente y en el entorno geográfico que nos ocupa y sobre todo hablando de las especies objetivo de la observación comercial, parece bastante difícil de llevar a cabo. Otras dos alternativas son la caza y/o matanza y la obtención de beneficios económicos, con la consiguiente puesta en valor, con la observación de la especie. Sería deseable otra alternativa menos intervencionista, pero si tengo que elegir entre esas dos, desde luego me quedo con la observación.

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