El solicitar información pública a las administraciones implicadas en la protección de la biodiversidad (lo que ellas llaman “gestión de los lobos”, en nuestro caso) es una de las actividades más grises y desconocidas por el público, a pesar del tiempo que nos ocupa en ASCEL. Así podemos supervisar (o intentarlo, porque no siempre cumplen las normas, en esto tampoco) algunas de las acciones con lobos de los organismos públicos españoles y europeos. En este caso, os queremos relatar un episodio concreto sobre las causas de mortalidad en lobos, significativo ya que -como consecuencia de una de esas solicitudes- recibimos un informe de necropsia de un lobo encontrado muerto en la Montaña Cantábrica Palentina, fechado el 27 de Noviembre de 2017, realizado en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Burgos, dependiente de la Junta de Castilla y León (Servicio Territorial de la provincia de Burgos) y de la Fundación Patrimonio Natural.
Como demuestra la literatura técnica y científica nacional e internacional, las causas mayoritarias y predominantes conocidas de mortalidad en lobos tienen un origen no natural, por tanto se deben a los humanos, incluso en ambientes donde estos depredadores apicales están estrictamente protegidos. Por ello, el hallazgo accidental de un lobo muerto en Noviembre de 2017 en un lugar nada apartado ni recóndito, cerca de una pista forestal, en el municipio de Cervera de Pisuerga en Palencia es un suceso digno de mención. En sendas Actas de Levantamiento (hallazgo del cadáver) y de Entrega del Cadáver del Animal al Centro de Recuperación de Animales Salvajes (CRAS) de Burgos que figuran en la pag. 8 y 9 de este documento, efectuado por personal público (Agentes Medioambientales, Celadores y Guardia Civil), se señalaba la existencia de heridas en la nuca por “posible disparo”, lo cual sugería a priori, la posibilidad de la caza ilegal de un lobo, lo cual debería suponer a su vez, las correspondientes diligencias administrativas y judiciales, para depurar responsabilidades y tomar las medidas pertinentes de gestión, sanción al/los culpable/s, etc. Sin embargo, y aquí entra nuestra sorpresa, el informe de necropsia señala que las lesiones hemorrágicas, y la rotura de costillas y musculatura, se deben a un suceso traumático, cuyo origen “no está claro pero podría deberse a una pelea con un jabalí, que ya han sido anteriormente descritas en la especie, en individuos poco experimentados o muy hambrientos”.
El informe no cita ninguna fuente documental que arroje luz sobre esos aspectos “anteriormente descritos”. Sería de agradecer una información más detallada y la inclusión de referencias bibliográficas cuando se apoyen en ellas, como en este caso.
Así pues, el asunto podría ser percibido desde distintos prismas:
a) Las heridas inicialmente compatibles con muerte por disparo, observadas por agentes de la autoridad, resultan haber sido producidas por una pelea con jabalíes tras el informe de la necropsia. Además, el lobo así herido por los jabalíes acaba yaciendo en un lugar cercano a una pista forestal transitable, y fácilmente accesible (en vez de uno apartado y recóndito)
b) La sucesión de actas e informes oficiales, con la participación de varias personas de distintos cuerpos de las administraciones públicas, parecen poco útiles para conocer las causas de mortalidad en lobos.
c) Escribe tu propia aventura.
Por nuestra parte, reflexionamos que esos actos administrativos, esos dictámenes, se realizan a partir de los impuestos de los contribuyentes, y estos tienen – tenemos – que saber qué está pasando con nuestro patrimonio natural. Quién aguante aún más entretenimiento, puede cotejar las fechas del documento.
NOTA 1: algunos de los datos que figuran en el informe de necropsia, relativos a datos personales y de localizaciones geográficas, han sido deliberadamente omitidos por ASCEL, en aras al cumplimiento de la legislación.