Posicionamiento aprobado en la Asamblea General de Socios de 2021 (Noreña, Asturias)
Los cruces naturales entre lobos y perros (erróneamente denominados como hibridación de lobos y perros) no constituyen un problema global de conservación en las poblaciones salvajes de lobos, como acredita la literatura científica disponible. Podrían ser un problema local, que atañe a algunas poblaciones reducidas de lobos, en ambientes fuertemente antropizados, en los límites de sus áreas de distribución, donde exista una elevada presencia de perros incontrolados o donde se encuentren sometidos a una elevada presión letal de origen humano.
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Al igual que en el contexto internacional, no se han encontrado evidencias de cruces naturales generalizados y crecientes entre lobos y perros en España, aunque si se han observado esporádicamente, siendo un problema menor y localizado. En todas las poblaciones de lobos del mundo donde se ha analizado esta cuestión, se ha podido comprobar las tasas de “hibridación” (introgresión genética de perros en lobos) son reducidas, habitualmente en torno al 5%.
Como existen factores de selección evolutiva en contra de los “híbridos”, además de barreras etológicas entre lobos y perros que limitan enormemente (pero no impiden totalmente) la introgresión y la viabilidad de los propios “híbridos”, la posición de ASCEL se basará en reforzar el crecimiento continuado de poblaciones de lobos, generalmente aisladas y/o amenazadas, y en reducir los factores antrópicos (en particular, la persecución letal) que impiden su crecimiento. Sólo así se conseguirá incrementar el tamaño de la población efectiva, y por ende, la viabilidad demográfica a largo plazo de dichas poblaciones.
ASCEL se opondrá al sacrificio y control letal de lobos y/o ejemplares con una adscripción específica incierta en cuanto a grado de “hibridación”, que se encuentren en compañía de ejemplares, conespecíficos o no, sin resultados conocidos a priori de análisis genéticos (con marcadores biparentales y/o genomas completos) de esos animales, porque resulta tremendamente difícil de evaluar y discriminar la tasa de introgresión genética de perros sobre los lobos (dada su variabilidad morfotípica), más aún cuando esta consideración se ha erigido en una puerta abierta a la gestión letal de ejemplares de lobos y/o ejemplares con identificación específica dudosa por características fenotípicas sujetas a patrones subjetivos de lo que es (y ha de ser) un lobo.