Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico

La prohibición de la caza del lobo resucita al Lobishome

 

Autor: Julio Mármol Andrés. Graduado en Periodismo (Universidad de Sevilla), Humanidades (Pablo de Olavide) y en Periodismo científico (Universidad Carlos III).

En la tradición gallega abundan las historias del hombre que, bajo el influjo de la luna llena, toma forma lobuna y huye a los montes en busca de carne humana. También se repiten estos relatos en las zonas más septentrionales de Castilla y León, especialmente en la Sierra de la Culebra. Se han documentado leyendas de este pelaje en Sanabria, en Avedillo y en Quintanilla del Monte. El nombre del monstruo era Lobishome.

Aunque el folclore de brujas y criaturas fantásticas sea, en sí mismo, una especie en extinción, una parte fundamental de nuestra ilustrada modernidad se halla instalada sobre las mismas bases que, una vez tiempo atrás, fueron adiestradas para temer a lo desconocido; a no frecuentar ciertos lugares una vez pasada cierta hora. Sólo era necesario llamar a las puertas de este pasado para traerlo de vuelta.

Con motivo de la inclusión del lobo en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (LESRPE) (RD 139/2011) en toda España en septiembre de 2021, lo cual significaba la prohibición de su muerte intencionada en España (en forma de caza y de otros controles letales), decidí examinar el tratamiento mediático que diversas publicaciones destinaban a este acontecimiento y, en particular, a su protagonista. Para poder establecer un patrón a partir del cual pudiesen extraerse conclusiones generales, clasifiqué los medios de la siguiente forma: medios de difusión nacional y medios regionales. Entre los primeros, hice una segunda división: medios nacionales de corte “progresista” (El País y elDiario.es) y medios de corte “conservador” (ABC y El Mundo). La partición del otro grupo era algo más compleja: venía condicionada por la densidad poblacional de lobos que el último censo oficial le asignaba a la región que cada medio representaba. Así, las publicaciones se distribuyeron en tres clases: medios regionales procedentes de regiones con nula presencia conocida de lobos (Diario de Sevilla y Última Hora, de Mallorca); de regiones con baja o incierta presencia de lobos (La Rioja y La Lanza, de Ciudad Real); y de regiones con alta presencia de lobos (La Voz de Galicia y La Opinión de Zamora). De cada cabecera, extraje todos los textos que aludían al lobo a lo largo de 2021: ataques al ganado, avistamientos, columnas de opinión sobre la prohibición de su caza, etc. Para ese análisis se tuvo en cuenta la participación e intervención de los actores reseñados en las publicaciones, distribuida en las siguientes clases: ganaderos, políticos, cazadores, tribuna del autor, y la agrupación de académicos y ecologistas. En total, sumaban 435 piezas. Únicamente, quedaba analizarlas.

El principal resultado que obtuve fue la reducida presencia de los académicos como actores informativos únicos, es decir, la existencia de textos en que la voz de un académico o ecologista era la única en escucharse. Estos textos suponían en torno a un 11% de la muestra. Por el contrario, los ganaderos representaban el principal grupo informativo en solitario, con 108 piezas. En el resto de los casos, el académico o ecologista tendía a aparecer en un texto como contendiente oral frente a un ganadero o político, reacio al aumento en la protección del lobo. En ocasiones, a esta contraposición de argumentos se le otorgaba un sentido de la equidistancia por parte del periodista, como en el reportaje Cuando el animalista conoció a la víctima de los lobos: “Llegué a tener 600 ovejas y ahora tengo 300, el lobo es un asesino” (Simón, 2021), publicado por El Mundo.

En el seno de los académicos y ecologistas era unánime la decisión a favor de la protección del lobo en el LESRPE, salvo un veterinario de la Universidad de León (Vicente González Eguren), y una bióloga de una Fundación privada (Odile Rodríguez de la Fuente). Aun así, sobre la muestra flotaba una atmósfera contradictoria sobre la falta de consenso incluso existente en la parte de la comunidad académica consultada al respecto del incremento en la protección del lobo.

La colonización de un tema de índole científico y legal por parte de agentes externos a este mundo (políticos y ganaderos, los más populares en la muestra) genera algunos enfoques cuestionables. Por ejemplo, en La Voz de Galicia, la segunda premisa más utilizada para rechazar la prohibición de la caza del lobo es que el lobo podría llegar a ser una amenaza directa para el ser humano. De las 20 veces que este argumento está presente en la muestra, en 16 ocasiones lo hace en las páginas de esta cabecera gallega, incluso a pesar de que La Voz de Galicia publicó un texto, titulado Desmontando diez tópicos del lobo (Gutín, 2021), en que negaba que el lobo pudiese suponer algún peligro para el hombre. El mito del Lobishome atraviesa esta y otras cabeceras, infundiendo terror a los lectores con historias de corredores que temen ejercitarse en la montaña o dando cuenta de ataques al ganado cada vez más cerca de las casas. “Algún día, perderán el miedo y atacarán a ancianos o a niños”, se repite varias veces en la muestra. Un ganadero de toros de lidia, en un texto de ABC, va aún más lejos: «Cuando sientan que los humanos no son una amenaza y pierdan el miedo, en tres o cuatro años, el lobo acabará matando al hombre. Ahí tal vez se den cuenta de la insensatez cometida».

Pese a que la componente de proximidad pudiese constituir un punto de inflexión, y fuese previsible que las cabeceras procedentes de regiones sin lobos o con pocos animales fuesen más favorables al depredador que otras, como La Opinión de Zamora, el trabajo demuestra que, en realidad, el factor definitivo es la tendencia ideológica del medio. Así, son estos últimos (El País y elDiario.es) los únicos en que la aproximación mayoritaria a la prohibición de la caza del lobo no es los ataques al ganado, sino la naturaleza legal de este incremento en su protección, mientras que ambos constituyen el único tipo de medio en que el actor principal no es el ganadero o el político, sino el científico y/o el ecologista. En ninguna otra cabecera de la muestra, salvo en estas, pueden encontrarse todos los enfoques favorables identificados e, incluso entre los enfoques contrarios a la prohibición de la caza, se atisba un matiz simpático al lobo, ya que El País apuesta, como segundo presupuesto, a “La catalogación del lobo como especie cinegética es necesaria para su supervivencia”, un argumento que se disipa en la muestra parcial de La Voz de Galicia, con sólo 5 citas. Esto podría interpretarse como una preocupación, de los medios favorables a la existencia del lobo, ante su desaparición por una supuesta sobreprotección; mientras que los medios contrarios a ella no apelan a mantener su caza para conservarlo, sino para mantenerlo a raya o disminuir sus poblaciones.

Estos resultados podrían señalar uno de los problemas primordiales en el debate sobre la protección del lobo, y es la polarización artificial aventada por algunos sectores (no sólo el ganadero, sino también el que representan las fuerzas políticas conservadoras), que hallan su altavoz en los medios, logrando introducir como ideas motrices del argumentario a favor de la caza del lobo teorías desestimadas por la mayor parte de la comunidad científica. En cambio, los científicos y ecologistas son distribuidos en los gallineros mediáticos, ya que quienes ocupan las primeras filas son los políticos y ganaderos. Esto conlleva el que el constructor del ideario en contra del lobo acabe siendo una organización ganadera o un partido político, pese a que, en el fondo, se trata de una cuestión legal y científica en la que existe una postura unánime o, al menos, mayoritaria a favor de la prohibición de la caza del lobo, por considerarla infructuosa o, incluso, contraproducente.

Interacciones entre grandes carnívoros: las tasas de predación de los lobos son menores en zonas con osos

Por Andrés Ordiz
Departamento de Ecología y Recursos Naturales
Norwegian University of Life Sciences, Noruega

Las interacciones entre especies son esenciales en ecología, pero aún sabemos poco sobre los efectos que estas interacciones tienen sobre la predación, es decir, sobre el mecanismo mediante el cual los grandes carnívoros desarrollan su papel en la naturaleza.

En un trabajo recién publicado [1], utilizamos datos recogidos durante 15 años en Escandinavia y en Yellowstone (EEUU) para analizar si la presencia de osos pardos cambia las tasas de predación de los lobos.

A pesar de que los osos utilizaron frecuentemente las presas matadas por los lobos, éstos no cazaron más a menudo para contrarrestar la pérdida de comida. De hecho, y en contra de lo inicialmente previsto, nuestros resultados sugieren que tanto en Escandinavia como en Yellowstone las tasas de predación de los lobos fueron menores en presencia de osos.

Una posible explicación es que los lobos intenten utilizar sus presas a pesar de la presencia de osos, esperando a que éstos se vayan, lo cual retrasaría su siguiente intento de predación. Los osos son también eficientes depredadores de crías de ungulados, tanto en Escandinavia como en Yellowstone. Por tanto, otra explicación, alternativa o complementaria a la anterior, es que a los lobos les puede costar más encontrar su siguiente presa en zonas con osos, especialmente en primavera, cuando ambas especies cazan crías de alces o ciervos recién nacidas. En un trabajo anterior [2], documentamos que los osos fueron uno de los factores implicados en el proceso de recolonización de los lobos en Escandinavia; los lobos ocuparon primero zonas sin osos, y sólo cuando la población de lobos fue aumentando acabó por expandirse en la zona con osos, tal vez por la alta frecuencia con la que éstos se alimentan de presas matadas por los lobos.

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Estos artículos recientes ilustran la complejidad de los sistemas naturales y nos recuerdan que nuestros conocimientos son todavía limitados. Una posible conclusión de nuestro trabajo es que el impacto total de la predación de lobos y osos sea menor que la suma de sus impactos por separado [1]. Por tanto, las interacciones entre lobos y osos podrían mitigar, y no al contrario, la influencia de estos predadores sobre las poblaciones de sus presas. Ignorar las interacciones entre grandes carnívoros puede, por una parte, infravalorar los posibles efectos para los propios lobos y osos, en este caso, y además puede llevar a sobreestimar el impacto total de múltiples predadores sobre las poblaciones de presas. Este tipo de consideraciones deberían tenerse en cuenta para gestionar de manera prudente las poblaciones de grandes carnívoros, que son de por sí escasas y que están sometidas a métodos de regulación natural que apenas empezamos a intuir.

[1] Tallian A, Ordiz A, Metz CM, Milleret C, Wikenros C, Smith DW, Stahler DR, Kindberg J, MacNulty DR, Wabakken P, Swenson JE, Sand H. 2017. Competition between apex predators? Brown bears decrease wolf kill rate on two continents. Proc. R. Soc. B 284: 20162368. Descargable aquí: http://dx.doi.org/10.1098/rspb.2016.2368

[2] Ordiz A, Milleret C, Kindberg J, Månsson J, Wabakken P, Swenson JE, Sand H. 2015. Wolves, people, and brown bears influence the expansion of the recolonizing wolf population in Scandinavia. Ecosphere 6, 284. Descargable aquí: http://dx.doi.org/10.1890/ES15-00243.1

La caza no mejora la tolerancia hacia los cazados

La idea expresada en el título no es particularmente sorprendente desde el sentido común; no obstante, el sentido común no es estable, y debe ser contrastado por ciencia.

Una de las razones para promover “gestión cinegética” de lobos es que la oportunidad de cazarlos proporcionaría argumentos conservacionistas incluso a aquellos sectores sin sensibilidad o conocimientos previos. Algo así como “si podemos matar unos cuantos, protestaremos menos”. Y no pocos implicados en la gestión de los lobos abrazaron esa modalidad de conservación sonriente.

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Acaba de publicarse un artículo científico cuestionando esa idea, a partir de datos recogidos en Wisconsin (USA). No podemos proporcionar aquí acceso al artículo completo, aunque sí al extracto divulgativo elaborado por la institución a la que pertenecen algunos de los autores. En esencia, las primeras impresiones apuntan a que la tolerancia hacia los lobos disminuyó – especialmente entre cazadores – a pesar de existir la posibilidad de cazarlos. Es de esperar de todas formas que aparezcan estudios a más largo plazo y con mayor tamaño de muestra.

Los estudios sociológicos se consideran importantes en biología de la conservación desde la definición de la disciplina. Esos estudios serán los responsables de aclarar, de forma contrastable y repetible, qué efectos sociales podemos esperar de las medidas de gestión. Esperemos que vayan sustituyendo a las meras asunciones.

Beatriz y la loba

La pasada primavera se publicó la novela Beatriz y la loba (Editorial Bohodón), de Concha López Llamas.

beaylalobaLa hemos leído, encontrándola interesante, dinámica y tradicionalista. Es además un libro con el que aprender de lobos y sobre todo, de humanos. El transcurrir de dos historias paralelas facilita las comparaciones entre los comportamientos de ambas especies e invita a la reflexión. Los lobos y los humanos somos muy parecidos, quizás demasiado. En el lobo vemos reflejado lo mejor de nosotros, lo mejor de lo que podríamos ser y que no somos. En realidad, los lobos nos recuerdan nuestras miserias, nuestras cobardías, nuestras vilezas y nuestro egoísmo. Por eso y sólo por eso, el hombre es tan violento, perverso y cruel con el lobo. Ojalá el hombre fuese un lobo para el hombre y retomando las historias paralelas que cuenta la novela, ojalá también fuera un lobo para la mujer.

Desgraciadamente, las historias reflejadas en Beatriz y la loba, ambientadas en La Carballeda, son demasiado frecuentes a lo largo y ancho de la Península, haciendo de esta novela una lectura muy recomendable y para muchos, necesaria.

La novela se puede adquirir en Internet, o solicitándola directamente por correo a la autora (colollamas [at] yahoo.es), así como en algunas librerías de Zamora, Madrid, Valladolid y otras localidades.

Los lobos ayudan a los osos a obtener bayas

No, no es que los lobos se acerquen a los osos grizzly amigablemente para ofrecerles una cesta de bayas, pero sí les están ayudando a hacerse con ellas de otra forma. Los investigadores han descubierto que la recuperación de los lobos en Norteamérica está reduciendo el número de ciervos, de tal modo que quedan más bayas disponibles para los osos grizzlies.

De acuerdo con un estudio publicado en Journal of Animal Ecology, desde la reintroducción de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone, la proporción de bayas en los territorios de los osos grizzly también ha aumentado significativamente.

El grizzly consume algunas de las mismas plantas que las presas del lobo”, explica el autor del estudio, William Ripple. “La introducción de un depredador superior, está afectando potencialmente a otro depredador superior a través de la red trófica”.

Según Ripple y colaboradores, la eliminación de los lobos en la mayor parte de Norteamérica en la década de 1920 provocó un incremento desproporcionado del número de ciervos. El resultado fue la sobreexplotación de los arbustos productores de bayas, de las que también dependían los osos.

Los lobos fueron reintroducidos en Yellowstone en 1995, y desde entonces la población se ha recuperando poco a poco, también a otras partes de América del Norte, reduciendo la superpoblación de coyotes, alces y ciervos, y restaurando el ecosistema al punto en el que se hallaba hace 70 años.

Estamos en las primeras etapas de esta recuperación de los ecosistemas. Esto es lo que llamamos restauración pasiva”, afirma Ripple. “Ponemos al lobo de nuevo y dejamos que la Naturaleza siga su curso

Sin embargo, aunque los osos se pueden beneficiar de un mejor acceso al recurso alimenticio que representan las bayas, la reintroducción de lobos puede, por contra, conducir a un menor acceso a otro tipo de recurso alimenticio para los osos: los ciervos.

Los osos depredan ciervos, y el número de osos ha aumentado tres o cuatro veces durante el período posterior a la reintroducción del lobo”, declara Arthur Middleton, de la Universidad de Yale. El experto explicó que si bien los osos no ejercen una presión predadora tan fuerte como la de los lobos, las crías de ciervos son una importante fuente de alimento para ellos durante la primavera.

Los osos y los lobos, juntos, reducen el número de ciervos, y puede que a medida que el número de alces se ha reducido, los osos hayan incrementado la proporción de otros alimentos, como las bayas.” dice Middeleton, ofreciendo otra explicación para el repentino interés de los grizzlies en las bayas.

Los autores del estudio admiten que la complejidad del ecosistema de Yellowstone es tal que de ninguna manera se puede afirmar simplemente que “los lobos ayudan a los osos a obtener bayas”, pero entienden que, sin duda, es una de las facetas aisladas que puede ayudar a desarrollar una mejor comprensión global del mismo.

Fuente: Aquí

Esta traducción ha sido realizada por Loreto Castaedo.

Artículo: Impactos derivados de la pérdida de un ejemplar reproductor

La muerte de hembras reproductoras amenazan la supervivencia de la manada pero no la de la población. Cuando un lobo reproductor muere, su sexo y el tamaño de la manada a la que pertenece puede determinar si esa manada saldrá adelante o no. Estas son las conclusiones de un reciente estudio publicado en la revista Journal of Animal Ecology.

En 2012, los biólogos del Parque nacional de Denali (Alaska) observaron una disminución en los avistamientos de lobo tras la muerte de una hembra reproductora. La investigación de Bridget Borg, bióloga de la Universidad de Alaska para el Servicio de Parques Nacionales giró en torno a los cambios en la manada, la reproducción y el crecimiento de la población a raíz de la muerte de ejemplares reproductores, los cuales constituyen el núcleo de la manada y tienen una importante función de cohesión social.

Bridget Borg y otros investigadores examinaron los datos recogidos de 70 manadas del Denali National Park. La muerte de un individuo reproductor coincidió con el 77% de los casos en los que ya no se encontraron manadas, pero su muerte no siempre conduce al final de éstas. En uno de cada tres casos en los que murió un lobo reproductor, la manada continuó.

El sexo del individuo reproductor y el tamaño de la manada antes de su pérdida son factores importantes. La probabilidad de que la manada continúe adelante es menor si la que muere es la hembra reproductora o si el tamaño de la manada era ya reducido antes de su muerte.

Las conclusiones que aportan los datos de la investigación también señalan que la muerte de un lobo reproductor tiene una mayor influencia en una manada si el lobo muere durante la temporada de celo o cría. Pero, sorprendentemente, las tasas más altas de mortalidad no corresponden a un menor crecimiento de la población. Ello sugiere que los lobos pueden compensar la pérdida de individuos reproductores de diversas formas, sustituyéndoles rápidamente por otros que ejerzan la misma función o con un mayor éxito reproductivo al año siguiente.

Por tanto, aunque la pérdida de reproductores puede ser importante a nivel local, parece tener poco efecto a nivel poblacional.

Para más información y acceso al artículo AQUÍ.

La fuente original AQUÍ ha sido traducida por Carmen Toribio (Mamen).

Referencia: Borg, B. L., Brainerd, S. M., Meier, T. J., Prugh, L. R. (2014), Impacts of breeder loss on social structure, reproduction and population growth in a social canid. Journal of Animal Ecology. doi: 10.1111/1365-2656.12256