Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico

La suciedad está en la mente de la fiscal

Sí un fiscal antidroga manifestase públicamente que la cocaína no es tan mala, o mencionase los buenos momentos que nos proporciona, realmente estaríamos escandalizados.

Así nos encontramos (y además indignados) tras las declaraciones de la fiscal de lo ambiental en Asturias, Esperanza González Avella, la cual, en contra de toda evidencia, y de afortunadas posiciones anteriores o superiores de la fiscalía, viene a ser considerada con los criminales que temporada a temporada incendian nuestros montes, porque son nuestros, los montes, más allá de ciertas cuestiones civiles menores.

Afirmar que hay suciedad en los montes asturianos (y que por ende, han de ser limpiados) sólo demuestra que se compra por quién ha de perseguir los delitos el ideario de los delincuentes.

Jamás se podrá aceptar que la vida silvestre sea sucia. La vegetación natural no sólo no puede tratarse bajo esa dicotomía propugnada por un sector social minoritario y turbio, sino que está amparada por normas por las cuales la fiscalía ha de velar. Disponemos de grandes superficies (afortunadamente) de vegetación arbustiva protegidas en nuestros montes, y nuestros bosques ojalá fuesen una ‘selva’. Por cierto, en Asturias no hay tales, y esa ignorancia no es excusable en doña Esperanza.

Es preocupante que se asuma la idea de que nuestro territorio tiene que estar ‘limpio’, y eso bajo la óptica de algunos perturbados, pero es inadmisible oír eso de quién tiene que proteger nuestra ‘suciedad’, la que quieren eliminar esos terroristas de lo ambiental que queman (y matan), a veces con amparo de políticos, lo que no es suyo ni lo será nunca: nuestra biodiversidad.

Qué a quién pagamos para conservar lo natural (y protegido por las leyes) se atreva a calificar esa vida silvestre, esa vegetación, como algo sucio, demuestra que tenemos un problema, que hay que solucionar.

Empezando por limpiar las mentes de la fiscalía.

Ignacio Martínez Fernández

Sobre lobos e incendios forestales

En Portugal los lobos llevan décadas protegidos y como especie protegida que son, es relevante la investigación científica de los efectos de las actividades humanas sobre su ecología y comportamiento (parques eólicos, incendios, etc.). En España, en cambio, la investigación no ha tenido base científica, y la mayoría de los trabajos han sido dirigidos por las administraciones hacia empresas cuyo único fin era para establecer cuantos lobos se pueden matar por cupos de caza.
 
Os dejamos un artículo publicado en una revista científica internacional por un equipo de investigadores de la Universidad de Oporto, sobre los efectos en lobos de grandes y recurrentes incendios en Portugal, en regiones cercanas a la Sierra de la Culebra.
 
Figura 1. Incendio en la Sierra de la Culebra producido en el año 2009. Puede observarse la distribución en agregados forestales, con lotes bien diferenciados, correspondientes a los distintos eventos de plantación artificial, lo cual lo permite discriminar esa zona de un bosque autóctono y /o una superficie forestal naturalizada. Además, los parches forestales están recorridos por pistas forestales enormes que fragmentan y degradan la cubierta forestal .
 
Según los resultados de este trabajo de investigación, los lobos muestran una alta capacidad de resistencia o resiliencia a los incendios forestales, y los incendios no parecen tener un papel importante ni en la presencia, ni en la selección ni en la reutilización de los hábitats de reproducción de la especie.
 
Las poblaciones de lobos en Portugal persisten y se reproducen en áreas altamente propensas a incendios y sometidas a incendios recurrentes y grandes incendios y no existe una asociación significativa entre desplazamiento de hábitats de cría y aparición de incendios. Sin embargo, la gestión de las superficies quemadas (aperturas de pistas, presencia de humanos en acciones que conlleven cambios significativos en la cubierta vegetal restante, manejo de otras actividades humanas, como ganadería, caza, etc.) en paisajes humanizados puede incrementar la exposición de los lobos y su persecución por la limitación de las condiciones de refugio existentes.
 
Debemos recordar que la Sierra de Culebra es «solo» una «reserva regional de caza» (no es un espacio natural protegido y santuario de fauna) y que en el período 2004-2020 han matado por caza 113 lobos (siendo una «meca del turismo de lobos», pero el turismo no era incongruente con la caza … ) y eso es una afección directa significativa y prolongada que no ha recibido la suficiente atención mediática.
 
Figura 2. Evolución temporal de los permisos de caza de lobos en la Sierra de la Culebra, un lugar ampliamente divulgado como meca del turismo de lobos pero en el que esta actividad no supuso la reducción en el número de cupos de caza, sino todo lo contrario.
 
Además, La Culebra no es la «reserva de lobos» más importante de España ni tampoco de Europa. Es el cuarto territorio de España en el ranking de densidad de grupos de lobos, muy lejos de varios enclaves de la Cordillera cantábrica (Montaña Oriental Leonesa de Riaño y Mampodre y Montaña Palentina, Ancares leoneses y Saja-Liébana). 
 
Figura 3. Densidades de grupos reproductores de lobos en Castilla y León, según los datos oficiales de la Junta. Debemos reseñar que la densidad per se de lobos, como depredadores apicales, es bajísima (de 12 a 14 grupos por cada 1.000 km2), y que en la propia Castilla y León hay varios territorios, incluso más extensos, con valores de densidad de grupos de lobos significativamente mayores que en la Culebra.
 
Por todo ello, sería recomendable y deseable que «La Sierra de la Culebra» recupere de forma pasiva su cubierta forestal nativa mediante una sucesión vegetal natural, y no volver a recrear el paisaje artificial que ha imperado décadas, dominado de nuevo por las repoblaciones de coníferas de Pinus sp.