Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico

La supuesta importancia de la ganadería para la conservación de la biodiversidad

Por Rubén Portas


Está asumido en la sociedad, a base de ser repetido en los discursos de políticos, de asociaciones agro-ganaderas e incluso de algunos colectivos pro-conservación de la naturaleza, que la ganadería es imprescindible para la conservación de la diversidad biológica, y que el abandono del mundo rural supone una pérdida de la misma.

Ello depende de la respuesta que queramos darle a la siguiente pregunta: ¿Qué tipo de biodiversidad queremos conservar?

A modo de recordatorio, dónde ahora vemos prados y vacas antes veríamos bosques atlánticos y mediterráneos, poblados por ungulados salvajes y otras especies, muchas de ellas ahora escasas y amenazadas. El ganado no era necesario entonces para conservar la diversidad biológica, y junto con la agricultura, fue una de las principales causas de la pérdida de hábitat, de la persecución de carnívoros, y de la desaparición de la fauna y los ecosistemas naturales y climácicos a lo largo de la Península Ibérica.

Esos hábitats fueron modificados para abastecer las necesidades humanas (lo cual es justificable si deseamos promover una política alimentaria sostenible que abastezca el mercado de productos locales) y favorecieron a algunas especies; otras, en general más especializadas, no lograron adaptarse a la repentina alteración del hábitat y competencia por recursos con el ser humano, y desaparecieron o fueron diezmadas.

Durante las últimas décadas asistimos a una industrialización masiva del mundo ganadero y agrícola. Las subvenciones y políticas europeas no han frenado los monocultivos, no han favorecido una agricultura respetuosa con el medio ambiente; han perjudicado a las ganaderías familiares en detrimento de las grandes empresas. Todo ello ha creado un éxodo del mundo rural a las ciudades en busca de un modo de vida más rentable económicamente.

El abandono de ese medio de vida ha propiciado cierta recuperación de algunos ecosistemas, permitiendo el avance de la sucesión ecológica, algo que algunos denominan despectivamente como matorralización o acúmulo de “maleza”, a pesar de ser un proceso indispensable para la recuperación de la fauna silvestre y del bosque. La explotación por el ser humano de los recursos tiende a impedir la sucesión ecológica a base de fuego, o a saltársela plantando directamente árboles. Esos hábitats manufacturados difícilmente conseguirán imitar la composición y estructura vegetal que la naturaleza tiene prevista para esa zona. Los fuegos por su parte degradan el suelo y calcinan la oportunidad de recuperación de ecosistemas naturales y climácicos. El medio se queda estancado en un estado de caos, de fuego, de matorral combatido con desbroces y quemas controladas; un estado que no satisface a nadie.

Aquí es dónde regreso a la pregunta inicial: ¿Qué tipo de biodiversidad queremos conservar?

woodland

Algunos apuestan férreamente por fijar población en las zonas rurales y recuperar los usos humanos, entre ellos la ganadería, optando por favorecer especies ligadas a estos paisajes de origen humano. En ello se basan para justificar que la ganadería es fundamental para la conservación de esa biodiversidad, sin reconocer que es una biodiversidad a la carta, compuesta por especies que no compiten con los intereses humanos, o conseguida a base de mantener a raya las poblaciones de las especies molestas (e.g. carnívoros, jabalíes, etc.).

Otros vemos esa tenaz convicción como una posición cobarde y conservadora (pero con mucho apoyo político). Vemos un paso atrás a la hora de recuperar ecosistemas una vez robados a la naturaleza, hábitats que contribuirían a la conservación de especies actualmente amenazadas por los usos humanos, por la falta de amplias superficies sin pistas, sin ganado, sin alteraciones de origen antrópico, sin paz, y sin la dictadura de la gestión y manejo humanos por parte de los llamados jardineros del paisaje.

ASCEL presenta alegaciones al Plan de Recuperación del oso pardo en Galicia

El 29 de julio de 2012 la Dirección Xeral de Conservación da Natureza de la Xunta de Galicia sometió a información pública el decreto por el que se revisa el Plan de Recuperación del Oso Pardo en Galicia.

ASCEL ha presentado alegaciones a este documento, basándose sobre todo en que el decreto asume que la conflictividad causada por especies como el jabalí y el lobo son uno de los principales factores que provocan mortalidad en los osos.

La solicitud de modificación del decreto realizada por ASCEL se basa en los siguientes puntos:

1-     Incluir entre las medidas de gestión para minimizar los daños y rebajar el conflicto mención expresa al manejo del ganado y los cultivos, con compromisos concretos, tanto por parte de la administración como de las explotaciones ganaderas y agrícolas, sobre las medidas que se acometerán para la consecución de ese objetivo.

2-     Analizar y evaluar las medidas de gestión que se acometan (medidas de manejo del ganado, controles de las especies citadas) anualmente para valorar el efecto de tales medidas en el nivel de daños y de conflictividad.

3-     Definir criterios objetivos para evaluar el grado de conflicto generado por tales especies. Entre los criterios sugeridos, estaría el coste de los daños, pero también de los subsidios aportados a los ganaderos en concepto de sostenibilidad y otros (ver más adelante).

4-     Cuantificar los fondos ya percibidos en los conceptos anteriores (sostenibilidad ambiental, espacios protegidos, Red Natura 2000) y exigir los compromisos asumidos por recibir tales fondos.

5-     Que tales cuantías sean consideradas entre los criterios objetivos para evaluar el conflicto y sean tenidas en cuenta anualmente para establecer eventuales medidas de control de lobo. Estas evaluaciones serán informadas anualmente en los Comités Consultivos de los Planes del oso y del lobo previa a la aprobación de eventuales medidas de gestión, y en concreto de controles de lobo.